"¡... el encuentro crearía una paradoja, que crearía una reacción en cadena, que podría reformar la continuidad de tiempo y espacio, y destruir así todo nuestro universo!".
Doc. Emmet Brown
Back to the Future II
Entonces, uno se pone a recordar el año 1994 con tanta intensidad que, de repente, te encuentras en la misma situación, solo que, con la diferencia que "esa" realidad se traslapa con "esta" realidad, la del 2014. Resultado: Una paradoja que deforma el tiempo y espacio. Y no estoy jugando. Mi nombre es Eduardo Robles, y les voy a contar lo que pasó.
1994, El año del Rey León, del Mundial de Estados Unidos y de "El error" de diciembre. Por aquel entonces yo tenía 16 años, y estaba enamorado de la chica más linda de mi calle. Su nombre era Camila. "Cami" tenía 15 años y era muy linda, ¿ya les conté cuan linda era Cami?. Ella no estaba enamorada de mi por desgracia, sin embargo, éramos muy buenos amigos. Pasábamos mucho tiempo juntos; compartíamos desde el helado de chocolate, hasta el gusto extraño por las fotografías antiguas. Teníamos cientos, algunas de la revolución, de la primera guerra mundial, de la segunda, una del Titanic y otra de Copito de nieve cuando llegó al Zoo de Barcelona.
La amaba con locura, pasión y desenfreno, ¿hay otro modo de amar a los 16 años?. Deseaba con todo mi corazón que Cami sintiera por mi lo mismo que yo sentía por ella. Yo me esforcé por conquistarla, estuve presente en todos los eventos importantes de ese año, fui detallista, fui todo un caballerito. Escuché sus problemas sin interrumpirla, ponía atención a los detalles; con ella si recordaba todas las fechas importantes, (habilidad que perdí inmediatamente después). Era atento con su familia y ellos me aceptaban, creo que algo sabían porque se podía percibir cierta lástima en el trato que tenían hacia mi. Algo así como: "Pobrecito Lalito, tanto que quiere a nuestra Cami." Insisto, algo sabían. Yo tenía las cosas muy bien platicadas con Cami, ella sabía de estos sentimientos, y todas las veces que la plática se tornaba hacia hablar de estos, lo cual era bastante frecuente, todas las veces me decía que sólo me quería como amigo y que si eso no era suficiente para mi, entonces entendería si quería alejarme. ¿y abandonar mis intentos de conquista? ¡jamás! Nunca ha habido un Robles en la historia que se rinda. y mi padre me enseño que en esta vida "El que persevera alcanza". Y así como se desbordaban esos sentimientos, también se desbordaba la hormona, eso ustedes lo saben, y yo lo sé.
Un día decidí dejar la actitud pasiva que venía manejando, mi momento había llegado, la gallardía y el coraje de los conquistadores del mundo estaban conmigo. Un largo linaje de Robles galanes me precedía. Le iba a robar un beso a Cami. Muchas veces había rosado su seno "accidentalmente" y no me había hecho comentario alguno, ni siquiera una queja, lo cual tomé como señal de que podía ser más atrevido. Me aseguré de que todas las condiciones fueran propicias para mis intenciones. Comprobé una vez tras otra todos los elementos que debían verse envueltos para que se diera una situación romántica. Tarde fría de noviembre, película de muertos vivientes, tarjeta de "me encantas", flor, mixtape en el walkman, chocolates, y unos condones sabor plátano (debía estar preparado para TODO dije). No iba a dejar que mis nervios me traicionaran. Llegado el momento de despedirnos frente a su puerta, la abrace, tomé su cara entre mis manos, acaricie su mejilla, le dije: "te amo" y la besé. La besé de tal forma que lo único que pensaba era que sintiera todo mi amor en ese beso, el primero. Totalmente sorprendida, me dijo adiós y entro en su casa. Yo les puedo jurar que no tocaba el suelo cuando comencé a caminar.
Después no supe de ella, se negaba a verme, a recibir mis llamadas. Por tres largos días no escuche su dulce voz. Mi única opción era presentarme fuera de su casa para pedir una explicación y... esperar. Sentí que la barba me iba a terminar de crecer de tanto esperar sentado en la banqueta frente a su casa. Pasó una hora, pasaron dos y tres más, ¿Qué había fallado? Me había devuelto el beso ¿no? La puerta se abrió y salió uno de sus hermanos. Me hizo una seña con la mano a modo de saludo y se fue sonriendo, "Claro. ¡Búrlate cabrón! yo aquí con el corazón en la mano y tu vas tranquilamente por unas pinches papas." Regreso con su bolsa papas fritas y entró en la casa. No había señales de que Camila fuera a salir. Después de varias horas asumí que no saldría. Encendí el primer cigarro de ese año, (solo tenía 16) en una intensión completamente autodestructiva y me dirigí a casa.
Veinte años después.
Este fin semana, en el club, estábamos hablando de recuerdos; alguien pregunto: "¿cuál ha sido el mejor año de sus vidas?". "¡Fue 1994!" contesté primero, sin pensarlo. Yo mismo me sorprendí. Muchas cosas buenas pasaron en ese año, me subí por primera vez a un avión, probé la comida para astronautas y estaba en primero de preparatoria, pero estoy seguro de que el mejor año de mi vida fue cuando conocí a Mónica, mi esposa. Estuve repasando desde entonces todos los acontecimientos importantes de ese año. Trate, durante cinco días, de forzar mi memoria, de presionar ese banco de recuerdos, me acordé mucho de Camila, nada en particular, solo risas, confidencias, niñerías. Ayer encendí el televisor, tenían cierta película de muertos vivientes e inmediatamente me vino el golpe del recuerdo. Hace veinte años que no la veía y la recordaba segundo a segundo. A mi memoria llegaron, primero de sopetón e inmediatamente después en un lento despliegue de recuerdos, todos los detalles de aquella fría tarde de noviembre en que perdí a mi primer amor. Antes de que pudiera recuperar la cordura, noté que un par de lagrimas me provocaban una vista borrosa.
– ¿Estás bien cariño?
La voz de Mónica me hizo reaccionar.
– Claro amor, tanto tiempo frente a la computadora y todavía vengo a ver tele. Mis ojos piden paz.
– Entonces apágala y platiquemos.
Apagué la televisión, al fin esa película ya la había visto... hace veinte años.
– Tengo que platicarte de algo que pasó en el trabajo, no había tenido tiempo de contarte sobre esto porque... por lo que sea, pero una chica nueva entro a trabajar al colegio hace unas tres semanas y adivina a quien asignaron para mostrarle como son las cosas en la escuela. Si a mi. Es muy buena onda ¿sabes? tiene como tu edad, y es muy guapa, creo que hasta podría gustarte jejeje. La vas a conocer este viernes, es muy buena onda y no quiero ser grosera, le dije que con gusto aceptábamos su invitación.
– ¿Este viernes?
"¿Había sido viernes esa tarde de noviembre?"
– Si, vamos con ella y su pareja a cenar, me quiere agradecer las atenciones que he tenido en la escuela.
Mónica tocó el timbre del departamento.
– Hola! Ustedes deben ser Mónica y Emilio
– Eduardo.
Dijo Mónica, al momento que entregaba la botella de vino chileno a la mujer, que no era tan guapa como me la había descrito. Yo apenas sonreí, no me gusta que me cambien el nombre.
– Yo soy Sandra, la pareja de ...
– Camila.
Completé su frase porque ahí estaba, detrás de Sandra, era ella ¡Dios mío, era ELLA!.
Moraleja: No evoques el pasado con demasiada intensidad porque puedes viajar a el de la forma más extraña que te puedas imaginar y lo peor de todo es que será real.
1994, El año del Rey León, del Mundial de Estados Unidos y de "El error" de diciembre. Por aquel entonces yo tenía 16 años, y estaba enamorado de la chica más linda de mi calle. Su nombre era Camila. "Cami" tenía 15 años y era muy linda, ¿ya les conté cuan linda era Cami?. Ella no estaba enamorada de mi por desgracia, sin embargo, éramos muy buenos amigos. Pasábamos mucho tiempo juntos; compartíamos desde el helado de chocolate, hasta el gusto extraño por las fotografías antiguas. Teníamos cientos, algunas de la revolución, de la primera guerra mundial, de la segunda, una del Titanic y otra de Copito de nieve cuando llegó al Zoo de Barcelona.
La amaba con locura, pasión y desenfreno, ¿hay otro modo de amar a los 16 años?. Deseaba con todo mi corazón que Cami sintiera por mi lo mismo que yo sentía por ella. Yo me esforcé por conquistarla, estuve presente en todos los eventos importantes de ese año, fui detallista, fui todo un caballerito. Escuché sus problemas sin interrumpirla, ponía atención a los detalles; con ella si recordaba todas las fechas importantes, (habilidad que perdí inmediatamente después). Era atento con su familia y ellos me aceptaban, creo que algo sabían porque se podía percibir cierta lástima en el trato que tenían hacia mi. Algo así como: "Pobrecito Lalito, tanto que quiere a nuestra Cami." Insisto, algo sabían. Yo tenía las cosas muy bien platicadas con Cami, ella sabía de estos sentimientos, y todas las veces que la plática se tornaba hacia hablar de estos, lo cual era bastante frecuente, todas las veces me decía que sólo me quería como amigo y que si eso no era suficiente para mi, entonces entendería si quería alejarme. ¿y abandonar mis intentos de conquista? ¡jamás! Nunca ha habido un Robles en la historia que se rinda. y mi padre me enseño que en esta vida "El que persevera alcanza". Y así como se desbordaban esos sentimientos, también se desbordaba la hormona, eso ustedes lo saben, y yo lo sé.
Un día decidí dejar la actitud pasiva que venía manejando, mi momento había llegado, la gallardía y el coraje de los conquistadores del mundo estaban conmigo. Un largo linaje de Robles galanes me precedía. Le iba a robar un beso a Cami. Muchas veces había rosado su seno "accidentalmente" y no me había hecho comentario alguno, ni siquiera una queja, lo cual tomé como señal de que podía ser más atrevido. Me aseguré de que todas las condiciones fueran propicias para mis intenciones. Comprobé una vez tras otra todos los elementos que debían verse envueltos para que se diera una situación romántica. Tarde fría de noviembre, película de muertos vivientes, tarjeta de "me encantas", flor, mixtape en el walkman, chocolates, y unos condones sabor plátano (debía estar preparado para TODO dije). No iba a dejar que mis nervios me traicionaran. Llegado el momento de despedirnos frente a su puerta, la abrace, tomé su cara entre mis manos, acaricie su mejilla, le dije: "te amo" y la besé. La besé de tal forma que lo único que pensaba era que sintiera todo mi amor en ese beso, el primero. Totalmente sorprendida, me dijo adiós y entro en su casa. Yo les puedo jurar que no tocaba el suelo cuando comencé a caminar.
Después no supe de ella, se negaba a verme, a recibir mis llamadas. Por tres largos días no escuche su dulce voz. Mi única opción era presentarme fuera de su casa para pedir una explicación y... esperar. Sentí que la barba me iba a terminar de crecer de tanto esperar sentado en la banqueta frente a su casa. Pasó una hora, pasaron dos y tres más, ¿Qué había fallado? Me había devuelto el beso ¿no? La puerta se abrió y salió uno de sus hermanos. Me hizo una seña con la mano a modo de saludo y se fue sonriendo, "Claro. ¡Búrlate cabrón! yo aquí con el corazón en la mano y tu vas tranquilamente por unas pinches papas." Regreso con su bolsa papas fritas y entró en la casa. No había señales de que Camila fuera a salir. Después de varias horas asumí que no saldría. Encendí el primer cigarro de ese año, (solo tenía 16) en una intensión completamente autodestructiva y me dirigí a casa.
Veinte años después.
Este fin semana, en el club, estábamos hablando de recuerdos; alguien pregunto: "¿cuál ha sido el mejor año de sus vidas?". "¡Fue 1994!" contesté primero, sin pensarlo. Yo mismo me sorprendí. Muchas cosas buenas pasaron en ese año, me subí por primera vez a un avión, probé la comida para astronautas y estaba en primero de preparatoria, pero estoy seguro de que el mejor año de mi vida fue cuando conocí a Mónica, mi esposa. Estuve repasando desde entonces todos los acontecimientos importantes de ese año. Trate, durante cinco días, de forzar mi memoria, de presionar ese banco de recuerdos, me acordé mucho de Camila, nada en particular, solo risas, confidencias, niñerías. Ayer encendí el televisor, tenían cierta película de muertos vivientes e inmediatamente me vino el golpe del recuerdo. Hace veinte años que no la veía y la recordaba segundo a segundo. A mi memoria llegaron, primero de sopetón e inmediatamente después en un lento despliegue de recuerdos, todos los detalles de aquella fría tarde de noviembre en que perdí a mi primer amor. Antes de que pudiera recuperar la cordura, noté que un par de lagrimas me provocaban una vista borrosa.
– ¿Estás bien cariño?
La voz de Mónica me hizo reaccionar.
– Claro amor, tanto tiempo frente a la computadora y todavía vengo a ver tele. Mis ojos piden paz.
– Entonces apágala y platiquemos.
Apagué la televisión, al fin esa película ya la había visto... hace veinte años.
– Tengo que platicarte de algo que pasó en el trabajo, no había tenido tiempo de contarte sobre esto porque... por lo que sea, pero una chica nueva entro a trabajar al colegio hace unas tres semanas y adivina a quien asignaron para mostrarle como son las cosas en la escuela. Si a mi. Es muy buena onda ¿sabes? tiene como tu edad, y es muy guapa, creo que hasta podría gustarte jejeje. La vas a conocer este viernes, es muy buena onda y no quiero ser grosera, le dije que con gusto aceptábamos su invitación.
– ¿Este viernes?
"¿Había sido viernes esa tarde de noviembre?"
– Si, vamos con ella y su pareja a cenar, me quiere agradecer las atenciones que he tenido en la escuela.
Mónica tocó el timbre del departamento.
– Hola! Ustedes deben ser Mónica y Emilio
– Eduardo.
Dijo Mónica, al momento que entregaba la botella de vino chileno a la mujer, que no era tan guapa como me la había descrito. Yo apenas sonreí, no me gusta que me cambien el nombre.
– Yo soy Sandra, la pareja de ...
– Camila.
Completé su frase porque ahí estaba, detrás de Sandra, era ella ¡Dios mío, era ELLA!.
Moraleja: No evoques el pasado con demasiada intensidad porque puedes viajar a el de la forma más extraña que te puedas imaginar y lo peor de todo es que será real.
Osea que Cami resultó ser lesbiana?
ResponderEliminarMe encanto la historia ❤️
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