16 de noviembre.
Noche
– Hazme piojito.
Leía en la brillante pantalla de mi teléfono celular. La imaginaba tan tierna, pequeña, indefensa. Increíblemente atractiva (cada quien sus perversiones y a mi las tiernas me ponen). El aviso del siguiente mensaje de texto:
Aurelia ha enviado una imagen.
“Esto ya se puso interesante” pensé. Deslicé el dedo por la pantalla para abrir la fotografía en el celular. Esperaba cualquier cosa; una pose seductora por ejemplo; una cara de "ven y tómame en este mismo momento"; una toma sugerente mostrando el pronunciado escote del pijama de minions. (¿de dónde sacaste la pijama de minions, puerco?) O la típica foto de espaldas a la cámara, vistiendo solo una tanga roja. Esperaba todo, menos una fotografía como la que llegó a las 21:48 horas de ese día. Una cara blanca, blanca como una catrina. El cabello largo rojizo (borgoña) en una cola de caballo, con los ojos grandes, preciosos, negros, bizcos; con la boca abierta, mostrando y mordiendo un poco la lengua rosada, ligeramente inclinada hacia el lado derecho. ¡Ah caray! pero si ya casi es Navidad, toda esta onda de Día de Muertos ya pasó. Luego del pequeño susto, pasaron unos segundos antes de que pudiera darme cuenta; lo que Aurelia tenía en la cara era una mascarilla, y aún así se me antojaba mucho besar esa boca chueca. Ahora entiendo porque la piel tan suave.
– Aurelia ¿qué es eso?
– ¿Qué Jaime, no te gustó mi foto?...
Conocí a Aurelia un día camino a casa después del trabajo. Esperaba el metro en la estación Insurgentes rumbo de Observatorio, Ella estaba muy concentrada leyendo un libro y haciendo notas. Su apariencia me desconcertaba totalmente. Siempre que viajo en metro me gusta imaginar la historia de la gente. Que tal que el policía del Metro Merced tenía algo que ver con un alguna de las marchantas de la nave 2, o con alguna señora de alguna bonetería de pino-suarez. Así soy yo, imaginando historias, y Aurelia, puedo afirmar, se veía inocente, tierna, dulce, pero con ese dejo de bibliotecaria de película porno que te hace querer sacar a préstamo toda la sección de Sade. Ya me lo estaba imaginando: ella, yo, los anaqueles de... ¿Se puso roja?. En en ese instante La señorita de la cual, aun, no conocía el nombre se ruborizaba como alto de semáforo. Levantó una mirada llena de... ¿placer? “¿Que diablos está leyendo esta niña?” pensé. Me descubrió mirándola y cambié la mirada hacia otro lado...
Meses después me preguntó la razón. “Jaime ¿Por qué desviabas la mirada?”
Y es que estaba yo ahí parado, desnudado por una desconocida vestida de bibliotecaria porno, sin saber que hacer. Tomé nuevamente mis pantalones y después de varios intentos, al fin pude sostener su dulce mirada. Deseándola.
25 minutos más tarde Jaime envié un nuevo mensaje.
– No puedo dormir.
– ¿Por que no puedes dormir?
Respondió Aurelia.
– Una loca me mando una foto vestida de Catrina que no esperaba – Contesté tratando de hacerme el chistoso – Y ahora tengo esa imagen (¡oh dios, qué imagen!) en la cabeza y no me la puedo sacar (fantaseando todo lo que haría con esa Catrina).
– Creí que ya habíamos acordado ese asunto de las mujeres, todas estamos locas, todas.
– Claro, pero unas más que otras. Además con diferentes tipos de locura: hay mujeres con locuras en las que te pierdes voluntariamente, y otras, de las que sales corriendo porque no vaya siendo que en un disgusto les de por cortarte el pene con unas tijeras.
– jajajaja
– Si claro, ríete. De seguro eres del tipo de las que duerme con las tijeras bajo la almohada.
– Eres muy alto.
– ¿Es pregunta? (¿estará haciendo alguna relación con el tamaño de mi pene?)
– Afirmo, eres muy alto. (Apuesto mil pesos a que si)
– No, “Muy” alto esta reservado para los que me miden más de 1.90, Yo solo soy “Encima del promedio nacional ;)”
✔✔
“¿Qué estará pensando esta mujer?”
Al fin se acerco y me grito, “¡Qué te pasa pendejo!!!!” Todos en el anden voltearon a vernos, inmediatamente se acercó un policía, Gumaro Fernández se leía en la placa que llevaba en el pecho. “¿Todo bien señorita?” preguntó Don Gumaro dirigiéndose a ella pero sin quitarme los ojos de encima. Ella estalló en una carcajada. El policía, un panzón de unos 64 años, la miro con recelo. “No pasa nada oficial, mi amigo y yo nos conocimos hace muchos años y parece que no me ha reconocido. Quise hacerle una broma, discúlpeme si hice mucho escándalo” Mi cerebro entro en modo google e hizo una búsqueda en la base de datos de rostros y voces. nada, error 404, sin registro. El policía se alejó despacio. Yo estaba en ese momento peor que antes. “¿Te conozco?” pregunté con cara de “te juro que no te he visto en mi vida”.
– No, no nos conocemos. Pero me intrigó mucho la forma en que “no me mirabas”. – Dijo entrecomillado el aire.
– Mi,mim, mi nombre es Jaime Ochoa.
– Mucho gusto Jaime, yo soy Aurelia. Mira, en este momento no tengo mucho tiempo, debo ir a casa, pero toma, éste es mi numero.–Me entregó un papelito– No creas que hago esto con todos los extraños que me desnudan con la mirada a mitad de una estación del metro, pero debo decir en tu defensa que lo hacías con “auténtico deseo”– Guiño de ojo y sacada de lengua– no sé, sentí padre. Deberías invitarme un café un día.
y se alejo para abordar la limosina naranja.
– ¿Qué libro estás leyendo? - alcancé a preguntar antes de que se alejara del todo.
– ¡Juliette o Las prosperidades del vicio!
“¿Te cae que está leyendo a Sade? ¿Y quién demonios toma notas de ese libro?”...
33 minutos después
– Cuéntame un cuento por fá-
Envié el mensaje aún sabiendo que ya soy bastante grandecito para pedir cuentos antes de dormir. Apelando a ese sentido maternal que tienen (casi) todas las mujeres, y con altas probabilidades de que me mandara al cuerno, le pedí un cuento a Aurelia.
Aurelia ha enviado una imagen.
“Esta si es, la foto del besito de las buenas noches” pensé. “Mojando las braguitas” anticipe el título antes de abrir la foto.
No, era la foto de un dibujo, un borreguito. Bastante mal dibujado por cierto, pero no importaba”
– ¡Qué! ¿y mi cuento? Yo esperaba algo así como unos exploradores que se iban en misión científica hacia el polo norte, para obtener nueva información que ayudase a la humanidad a detener el calentamiento global ocasionado por el cambio climático. ¿y tu me mandas un borrego?.
– Es para que te imagines a los demás borregos mientras los cuentas y te duermes. Pero ahora que lo mencionas, se perdieron pinches borregos.
– ¡ya valió madres!
– ¿Qué paso?
– Pues que ya valió madres, los borregos iban a ir a descubrir como salvar al mundo y tu los acabas de asesinar. Nos vamos a morir todos por envenenamiento atmosférico o algo así.
– jajajaja ¡zonzo! Que te parece si los borregos si fueron al polo norte, pero encontraron una tribu de esquimales salvajes y se los comieron. Al menos los esquimales los disfrutaron. En barbacoa.
– o sea, ¿terminas con el futuro de la humanidad por una barbacoa?.
– La tragadera es lo mio. ¡Yomi!
– 1 barbacoa, 2 barbacoas, 3 barbacoas
– ¿Qué haces?
– Cuento los muertos. Es lo único que nos queda.
– ¿Aurelia? Te invito a una fiesta. Es más bien como una reunión, pero se va a poner bueno, ¡te lo prometo!.
Se reunían unos amigos del trabajo con motivo de las fiestas de fin de año, y todo pintaba para una gran noche. Se me hizo un buena ocasión para invitar a Aurelia por primera vez. Tal vez no fuese la idea más original para una cita pero, habría tiempo para platicar, cantar, bailar y ... ¿sexo en la primera cita? Ella estaba leyendo a Sade, eso ya daba indicaba alguna posibilidad. Llegamos a la reunión, ya tenía el plan trazado. Estar un rato, divertirnos, llevar la platica al tema del libro y de ahí como gorda en tobogán. Pero hay fuerzas misteriosas, dicen: Cuenta a Dios tus planes y se va a reír de ti. No quisiera juzgar los motivos del Señor, pero se le pasó la mano.
– Aurelia me acaban de avisar que falleció una de las primas de mi mamá, y como mis padres están fuera de la ciudad, debo ir yo en su representación. Vamos, te llevo a tu casa.
– No, yo te acompaño. ¿Querías mucho a tu tía?
– Yo no soy muy unido con esa parte de la familia, pero si le tenia aprecio. Mi mamá en cambio, la quería mucho, crecieron juntas y eran muy unidas.
– Gracias por acompañarme, ahora si te llevo a tu casa.
– Por nada, mira que un velorio, jajaja. Es una primera cita que nunca olvidare. ¡Lo que hacen los hombres por conseguir el café gratis!... Me la pasé muy bien contigo en serio. Gracias por la velada.
– 4 barbacoas en Tombuctú
– Aurelia? ¿por qué en Tombuctú?
– Querías borregos exploradores ¿no? 5 barbacoas... mmm Canívales comiendo mixiotes en África.
– y dale con la tragadera. 6 barbacoas
– 7 barbacoas reproduciéndose pero como sobra una a unos les toco trío.
– 8 barbacoas que bailan con mascaras tribales al rededor de una fogata. Obvio termina en orgía.
– 9 barbacoas muy fresas que fueron a tomar el té.
– 10 babarbacoas que les tocó café gratis en el velorio de la tía.
– zzz
– ZZZ
– 48 barbacoas que quieren dormir con alguien porque hace mucho frío
– ¿dormir? 49 barbacoas que piensan que este juego es el más lindo.
– 50 barbacoas que desean las buenas noches.
– Está funcionando. Tengo sueño y hambre.
– Descansa tragona. Sueñas con los angelitos.
– Habilidoso...
– zzzz
Al día siguiente desperté solo y con una extraña mezcla entre indigestión, antojo y deseo.
me encanto ♡ Felicidades!!!
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