Aprovechando el largo puente me les fui unos días a la ciudad de Querétaro. Omitiré aquí mencionar lo espectacular que resulta visitar esta linda ciudad, porque supongo que todos lo saben y que al menos han ido a recorrer sus calles más de una vez... y sino ¿Qué esperan?.
No fui en plan turistico o de sibarita chilango, no. Fui a visitar familia que tengo por allá y a aprovechar un poco el tiempo, a relajarme y alejarme del estrés acumulado, de la contaminación y a meditar sobre el futuro. Solo lamento que este viaje no se haya dado en el primer sábado del mes porque me perdí del nuevo Mercadito Queretano que es una onda donde los productores locales se organizan para ofrecer los productos gourmet artesanales del Estado. Definitivamente quedó en la lista de pendientes.
Esta vez no ocurrió nada fuera de lo normal. No tuve que dormir bajo ningún puente, ni hubo taxista amigable que me estuviera repitiendo "Amigo. Yo se donde tu vas" (ahora que lo pienso creo que era lo único que sabía de español). Tampoco hubo gitana que mientras me decía que iba a tener 3 hijos, los suyos me cartereaban.
Entonces me ocupe de tomar las cosas con calma, decidí instalarme en la plaza De la Corregidora a leer un poco uno de esos libros que llevaba meses en la lista "por leer". Me acompañaba entonces Julio Cortazar con Rayuela. Entre párrafos levantaba la vista para ver la gente... alejada de la rutina diaria, en familia unos, en parejas otros y otros tantos en grupos turísticos con cámaras y pasaportes extranjeros. Pensaba, como siempre, en las circunstancias que llevaba a cada una de esas personas a estar en ese momento en ese lugar y de como, aparentemente, todos estábamos ajenos a los desagradables problemas de este país, del mundo y los propios. De repende una voz de "Ánimo!" se escucho por mi izquierda, un Don, que al principio creí ebrio, avanzaba entre la gente con una bandera de México en la mano, daba voces de ánimo a la gente. Así nomás, gritaba ánimo por todos, felicitaba a todos por convivir en familia, por ser mexicanos, por que la tarde estaba agradable o por visitar México a los extranjeros. Uno de esos tipos extrovertidos que hacen por llamar la atención y convertirse en el alma de la fiesta. Sus hijos (creo que lo eran) no hallaban donde meter la cabeza, claramente se sentían avergonzados que su papá se hubiese convertido en motivador dominical. Organizando porras a México entre las personas que comían tranquilamente en las terrazas de varios de los restaurantes del la plaza, que si ¡Viva México a la una, a las dos y a las tres! Que si ¡Ánimo todos juntos! Que si los de la marisquería gritan mas fuerte que los del restaurante italiano. ¿Por qué diablos hay gente así? y contestando a mi misma pregunta y sorprendido ante mi propia respuesta. Porque es lo que necesitamos... ánimo. Este país necesita ánimo, el mundo lo necesita y creo que cada uno de nosotros también lo necesitamos. Ánimo para seguir adelante, ánimo para sobrellevar situaciones difíciles, ánimo para los días por venir. He de confesar que después de una primera reacción de rechazo (¡Que loco cabrón!) el ánimo me vino bien y me animé un poco, la tarde se hizo más disfrutable de cierta manera. cabe mencionar que también me animé por una cervezita y a seguir atento a lo que Julio Cortazar tenía que contarme...
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